He llegado a unas islas alejas del mar, sólo el cielo baña con su
brillante tono azulado y espumosas nubes estas tierras. A veces estos
cielos emulan a los terribles océanos, con fuertes vientos
acompañados de lluvias, quien no cree comienza a temer y quien cree
pierde la fe. Las islas cobran sentido, los escasos terrones poblados
de árboles emergen entre el fango que produce las tempestades,
siendo las únicas tierras donde se escapaba del pantanoso destino.
La parca, reina dichosa de todo tiempo pasado y futuro, navega esos
días por la tierra recolectando las obstinadas alma que quedaron
sumergidas. Cuando es escasa su recompensa, se viste de siniestra
dama de poder ofreciendo mil y un bienes a quien deje la seguridad de
los boscosos terrones para regalándole el sol hecho flor. Los más
necios se atreven en la noche a llevarle su amor bajo temerosas velas
que angustiadas cesan su brillar cuando ven a la calaca.
Yo, antes de llegar a esta umbría tierra que no ve el astro que
gobernaba mi patria, miraba algunas noches las estrellas
preguntándome si habría más vida que la mía viendo esos guiños y
parpadeos que decoran la noche. Hubo dificultades para venir, ¿cómo
llegar a unos extraños islotes, que pese a estar en tierra, conocían
los bravíos azotes del mar? Mas también viven con la amenaza de
desaparecer cualquier día desgarrados y con las raíces de sus
árboles llorando asomadas al sol, como lombrices a la luz tras el
paso del arado. Y sin saber como estoy, sin fantaseando u olvidando,
he me aquí sin saber hasta cuando la reina de este lado del mundo me
deje de ignorar y me dé su primer aviso del ostracismo que me
acaecerá.
Pero fuera de estas tierras secas, que si bien conocieron los tiempos
de conquista hoy se atreven de imitar las dolientes artes haciéndome
suyo, no hay mayor océano que el que no se ve, pues invisiblemente
baña más allá del horizonte todo hasta cuando no hay mar en la
tierra. Ni en una vida infinita se abarcaría tales distancias, no
sólo la separación de estos terrones con la otra tierra firme, que
en algún sitio debe de estar escondida, pues desde aquí no se más
que estos islotes. Tal vez entre alma y alma no hay únicamente
vidas, puede que haya algo más que sólo el océano de estas tierras
conoce y esconde a todo pensamiento.
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